Cómo usar el poder de nuestro subconsciente
Hace años mis padres, mis 8 hermanos y yo
vivíamos en un apartamento en condiciones difíciles. Fue entonces q mis padres
invocaron el poder de la oración. Con cierta frecuencia (si recuerdo bien, una
vez por semana), rezábamos el rosario en familia, con una sola intensión: la
vivienda propia donde todos pudiéramos vivir confortablemente. En pocas semanas
estábamos viviendo en casa propia, donde mi madre vive hasta hoy.
Aún si no crees en el poder de la oración,
debes saber que la gente de éxito reconoce que para lograr algo es necesario
tener algo más que la simple convicción de que se puede conseguir. Es necesario
mantener en tu mente el enfoque constante en ese objetivo. Ese pensamiento se
pasa al subconsciente (el cerebro reptil), que se prepara para reconocer
cualquier oportunidad que se presente y nos impulsa a lanzarnos de todo corazón
a aprovechar la oportunidad. Napoleon Hill, famoso proponente de la filosofía del
éxito, va mas allá al decir que nuestro subconsciente está en contacto con la
“inteligencia infinita” y este contacto es lo que atrae a nuestra vida aquello
que queremos intensamente. Tal vez por esto es que Napoleon Hill nos dice que
“lo que la mente puede concebir y creer, la mente puede lograr”. ¿Te imaginas
el poder que puede tener el uso colectivo de nuestros subconscientes al rezar
en familia y/o grupo por la misma intensión? Ese es el poder de la oración,
especialmente sin creemos firmemente que podemos lograr lo que queremos.
Earl Nightingale, otro famoso autor y
estudiante de la filosofía del éxito nos dice que el secreto es “en lo que
piensas te convertirás”, e insiste que nuestro constante enfoque en lo que
queremos es lo que nos lo traerá. Henry Ford, famoso fundador de Ford Motors
decía “si crees que puedes, o si crees que no puedes, estás en lo cierto”,
insistiendo que para lograr el éxito en nuestras tareas, es necesario creer que
lo podemos lograr. Mahatma Gandhi va aún más allá sugiriendo que debemos ser
cuidadosos en el uso de nuestras palabras porque ellas se convierten en
nuestros hábitos. No debe sorprender pues, que la Iglesia insista en que
pidamos a Dios aquello que queremos en frecuente uso de la oración. Pero es
crítico que lo hagamos a diario, y que nos concentremos en uno o dos peticiones
y que utilicemos a diario unos minutos en pensar en nuestro objetivo hasta
lograrlo.
Mi propuesta es que los venezolanos de bien, que somos más que mayoría,
dejemos de enfocarnos en lo mala que está nuestra situación, y que en lugar
pensemos que vamos pronto a lograr una Venezuela de paz, democracia y
prosperidad para todos. Pero debemos hacerlo de manera sistemática, tomando
posesión de nuestro subconsciente de manera colectiva, a través de la oración
en familia, en grupo o en comunidad, una vez por semana, o una vez por día.
Invoquemos el poder de nuestro subconsciente y su capacidad de contacto directo
con la “conciencia infinita” y vayamos en busca de lo que nos merecemos como
Nación: Paz, Democracia y Prosperidad.