Suiza
es uno de los países más conservadores del mundo. Su gente son extremadamente
meticulosa y cuidadosa de mantener una vida regimentada, como muy pocos pueblos
en el mundo. Tal vez por esto cuando alguien ofrece una buena idea que depende
de un buen sentido de organización y responsabilidad por parte de los
venezolanos, inmediatamente alguien la rechaza con la repugnante frase “no
somos suizos aquí”. Es decir, el venezolano no puede llevar a cabo una buena
idea porque requeriría algo que no poseemos, pero que los suizos sí. El nihilista no tiene que dar explicaciones o evidencia de que la idea no puede
ser aplicada. Basta con crear un sentimiento de duda o por lo menos de
dificultad en llevar a cabo el plan, que el que más y el que menos, rápidamente
abandona la idea como inejecutable. No valdría más la pena preguntar al nihilista
¿en qué basa su estúpido refrán: “no somos suizos aquí”? Es más, yo le
preguntaría al tal individuo: ¿Qué evidencia tiene él de que tal plan no
resultaría? Estoy seguro que la
evidencia sería nebulosa, si es que acaso existiera. La motivación del
nihilista no es tratar de crear un mundo mejor, sino mas bien limitarnos. Son
aquellos individuos que son lo suficientemente “locos” (en los ojos de los pasivos),
como para creer que pueden cambiar el mundo, los que logran tal hazaña.
¿Se
imaginan Uds. si Simón Bolívar no se hubiera dado el derecho de soñar con una
Venezuela independiente? ¿Seríamos aún una colonia española?. Se imaginan Uds.
Si Rómulo Betancourt no se hubiera dado el lujo de soñar que Venezuela podía ser un país democrático? Me imagino que los mismos personajes nos hubieran ya
tratado de convencer de que la democracia es para los suizos pero no para los
venezolanos. Hoy luchamos todos para restablecer la democracia en el país, y el
chavismo desaparecerá en el olvido por tratar de quitarnos el derecho de tener
una democracia real y funcional. ¿Se imaginan Uds. si Luis Aparicio y David
Concepción, se hubieran dejado convencer de que sus sueños de grandeza no eran realistas? ¿Cuántos venezolanos los han seguido a las Grandes Ligas porque
ellos abrieron el camino? Hay incontables ejemplos hoy de venezolanos que
salieron de esa prisión absurda en que nos encontramos porque somos incapaces
de creer en nuestras propias capacidades. El mismo Chávez debe ser un ejemplo
de tal virtud, porque creyó en un absurdo sueño de querer llevar a Venezuela al
comunismo, y con ella a gran parte de Latinoamérica. Desafortunadamente para él
(y el resto de nosotros), creyó que su sueño se podría lograr a través de la
mentira y la imposición, de un sistema demostradamente obsoleto y fracasado en
el mundo entero. Pero en gran parte logró su objetivo.
Nuestra
labor debe ser exactamente lo contrario. Debe ser basada no en la mentira sino
en la persuasión, no por la imposición, sino democráticamente. El secreto está
en la demostración de las bondades de lo que proponemos, y de los efectos
positivos que tendrá en el crecimiento económico a corto plazo, y el desarrollo
a largo plazo. No, no somos suizos y dudo mucho que en Suiza lleven acabo un
plan tan ambicioso como hacer de la industria del Petróleo, verdaderamente de
cada ciudadano por igual. Por lo que sé de los suizos, son gente muy
individualista y no creerían nunca en la posibilidad de implementar una
propuesta como la de “PDVSA para Todos”. Este plan no es ni socialismo ni
capitalismo suizo, es algo muy particular y posible de implementar en Venezuela
porque todos creemos bien en el principio que la riqueza del subsuelo nos
pertenece a todos por igual.
A
medida que logremos nuestros objetivos, verán a los chavistas, y a los social
demócratas que nos quieren hacer dependientes de un sistema que solo a ellos
favorece, elevarán sus críticas absurdas, atacarán al mensajero, y
desacreditarán a todos aquellos que trate de diseminar la idea. Piensen bien y
respondan esta pregunta: Si la clase política socialista quisiera de verdad
ayudar a los pobres, ¿Porqué no han
implementado esta idea antes? — Sencillamente porque les resta poder. Al final
de cuentas, esto es lo que los motiva, el poder, y el dinero que viene de la corrupción.
La retórica, el tráfico de esperanzas, no son más que los instrumentos de su
verdadera motivación: la codicia de poder. Es por esto que debemos ignorar a
los nihilistas y enfocarnos en la diseminación de nuestro plan, porque en ello
está la promesa de un futuro mejor para nuestros hijos, aunque no sean suizos.